Daniel Pereyra
Rebelión
El precandidato en las primarias de Estados Unidos, John Edwards, se preguntaba ¿Cuál es el mérito de esos mercenarios para cobrar tanto?
El sin duda lo sabe, puesto que como tantos otros políticos norteamericanos apoyó la guerra de Irak, y aun la apoya.
Pero no es conveniente dejar la pregunta pendiente, como si los elevados salarios, más de 10.000 dólares en muchos casos, fueran una incongruencia, un sin sentido, que en el reino del Capital, donde constantemente se tiende a la baja de las retribuciones, haya personal que “cobra tanto”.
Los mercenarios cobran lo que cobran porque cada vez hay menos norteamericanos dispuestos a enrolarse a un ejército que los envía a luchar a un teatro de operaciones –Irak- donde ya han muerto más de 4.000 soldados de la coalición invasora.
Y que los manda a otro escenario bélico –Afganistán- donde los muertos se acercan a 1.000 soldados, y donde los aliados de la OTAN cada vez son más renuentes a enviar sus tropas a las zonas de mayor resistencia, que no cesa de crecer. Las amargas quejas de los mandos norteamericanos así lo demuestran.
Y cobran tanto porque están dispuestos a realizar todas las tareas “sucias”, a torturar, a asesinar, a violar, que también son prácticas comunes de los soldados norteamericanos, pero que les causan efectos negativos para la moral de la tropa. Además en algunos casos, los más terribles, han obligado a los mandos a realizar tímidas investigaciones, con en los casos de las torturas del penal de Abu Grhaib o del campo de Guantánamo o en los asesinatos de familias enteras en Bagdad.
Estas situaciones no se dan en absoluto en el caso de los mercenarios, los que solo responden ante sus contratantes, las Corporaciones Militares Privadas, que como Blackwater, gozan de la mayor impunidad para operar.
De todas formas conviene matizar: cuando se habla de “cobrar tanto” hay que poner en el otro platillo de la balanza los riesgos que corren estos auténticos “perros de la guerra”: son muchos los que han caído en Irak y Afganistán, aunque la cifra es un secreto muy bien guardado. Y también hay que considerar que las empresas contratantes buscan bajar esos altos salarios, como cualquier empresario que se precie. Por eso se contrata militares latinoamericanos y de otras regiones del Tercer Mundo, bregados en las dictaduras, combatientes, torturadores, interrogadores, ofreciéndoles salarios notoriamente más bajos que los que disfrutan sus colegas del Primer Mundo.
Daniel Pereyra es autor de Mercenarios, guerreros del Imperio
No hay comentarios:
Publicar un comentario